El desafío del mandante fue crear un espacio donde se pudiera vivir el entorno privilegiado del terreno de 5000 m2 ubicado en la reserva Oasis de la Campana cerca de Ocoa V región. Se señaló al arquitecto Guillermo Jiménez, que uno de los requisitos básicos de este proyecto era estar en permanente contacto con las distintas vistas que ofrece el valle, flanqueado por el cerro La Campana.
Con ese propósito en mente el arquitecto se preocupó que siempre la mirada al moverse por los distintos recintos de la vivienda encontrara una distinta faceta del terreno donde se encuentra emplazada la casa.
Asimismo la propuesta exigía respeto al entorno de forma tal que la construcción se adaptara en materialidad y color al terreno y vegetación circundante.
El habitar un suelo rural, apartado de la ciudad, libre de elementos contaminantes de todo tipo deben ser entendidos por la arquitectura como ejes principales de diseño. La vivienda propone un refugio, una escapatoria, un habitar silencioso, un programa flexible y un gran sentido de respeto por la naturaleza. Las formas, buscan simplicidad y lógica, un sentido de humildad ante el paisaje.
Lo normativa interna del condominio, condicionó el diseño a situarse de manera respetuosa, tratando de conservar la vegetación la cual se incorpora en sectores de la vivienda.
El terreno también propone una pendiente, la cual se adoptó como eje donde se abalconan las vistas principales en las áreas de uso común. Continuando la lógica, el suelo no es intervenido.
Es así como el proyecto se compone de dos alas programáticas, dividiendo lógicamente los usos privados de los públicos. Es en este último, donde el programa se unifica en un espacio único que se vuelca abruptamente a una panorámica enmarcada por el Cerro la Campana y el valle. Para lograr este marco natural, la planta se despega del terreno posicionándose por sobre la copa de los árboles.
Es aquí donde se decide programaticamente unificar el espacio constituido por la cocina, living, comedor y terraza para amplificar el uso convivencial. Aprovechando así mismo el marco natural y las vistas como testigo de la actividad familiar. El usuario entonces tiene un habitar mas holgado, más cómodo, menos formal y mucho más integrado.
El acceso y las terrazas se proponen como un paso intermedio entre el espacio interior con el exterior. De esta manera se crean planos permeables que permiten una mejor conexión con el terreno.
El ingreso de la luz natural también es un factor que se contempló en el diseño, adaptando así, áreas menos expuestas al espacio exterior.
El proyecto contempla en su materialidad, elementos que compatibilizan con su contexto. El uso de la madera, el hormigón, el vidrio fue en búsqueda de la unificación cromática y la lógica propuesta en la búsqueda de unificar la arquitectura al paisaje. Es así como se logra que el edificio se “pierda” en el follaje, apareciendo y desapareciendo a ratos.
Destaca lo exterior, el sentido del gesto volumétrico, la piel, lo interior y los senderos, que remedan el moverse por el terreno con espacios de luz y sombra y descubrimientos visuales especialmente en la conexión en las vistas exteriores.
Debido a la gran exposición de la casa, se genero un revestimiento exterior que recortara el golpe directo de los rayos solares contra el muro. Esta “piel” de madera se desplaza unos centímetros del plano mural, creando una cámara de aire que ventila y colabora a evitar el calentamiento excesivo del perímetro.
Los revestimientos interiores se materializan gracias a la propuesta de Bomanite y su producto MicroTop. Este permitió generar espacios limpios, modernos, con un acabado en colores relacionados y con terminación marmoleada. Este revestimiento permitió al arquitecto jugar con texturas y desplazarse libremente entre pisos, muros y muebles, en los que destaca el mesón isla de la cocina y las mesadas de los baños, que son de estructura metálica. El uso en muros permitió al arquitecto recubrir incluso los habitáculos de ducha generando una apariencia uniforme, limpia y moderna.